Reflexiones

Acabar con la violencia contra las mujeres, una cuestión de todos

25/11/2019 Ana Real

25N Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer

Rusia acaba de rechazar crear una ley contra la violencia de género tras reclamarlo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El Gobierno de ese país considera que se trata de un problema que “se ha exagerado”. Moscú incluso sostiene que “no hay evidencia” de que la mayoría de las víctimas de violencia doméstica en Rusia sean mujeres. Y, en todo caso, apunta que “el fenómeno de la violencia doméstica existe en Rusia como en cualquier otro país”.


Y en ese caldo de cultivo, hace tan sólo dos años, algunas formas de violencia doméstica fueron despenalizadas por el Parlamento ruso (sólo hubo dos votos en contra). Así es que ahora en Rusia si pegas a tu mujer un poco cada día no es delito. La clave está ahí, en que sea un poco para que no sea necesaria la hospitalización. Sin comentarios.


Pero, claro, Rusia nos queda lejos en muchos sentidos, eso creemos ¿a qué sí? Y leemos noticias como ésta, publicada hace sólo unos días, como si no fuese con nosotros. Porque en España, eso creíamos, nuestra democracia había desterrado ciertas ideas impuestas por el atavismo machista que nos rodeaba e impregnaba todo.


Pero, después de una etapa en la que parecía que habíamos llegado a un pacto político y social, con todo lo que ha costado, y en la que se ha ido tejiendo todo un entramado jurídico, institucional y social -aún insuficiente, pero valioso - para tratar de prevenir las muertes de tantas mujeres, de protegerlas, de facilitarles una vida digna tras esa otra vida molidas a palos o maltratadas psicológicamente (Nota 1); después de que en los últimos cinco años, entre 50 y 60 mujeres hayan muerto anualmente, víctimas de sus parejas o exparejas y de que unos 30 o 50 niños cada año hayan quedado huérfanos por esta causa; después de que todos los partidos políticos se hubiesen sumado al compromiso formal de dejar el tema de la violencia contra las mujeres fuera del rifirrafe político; después de aprobar una Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que en su artículo 1.1., define la violencia de género como aquella que, “como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”, y “comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad”.


En fin, después de todo eso, emergen movimientos organizados políticamente (que cotizan al alza en la bolsa de escaños) que vuelven a dar voz y solvencia a quienes dudan en nuestro país (no en Rusia) de que haya que articular medidas y destinar recursos a atajar este tipo de violencia contra las mujeres porque, argumentan: primero, que los hombres también la padecen (el 10% en 2018) (Nota 2), como si los delitos contra ellos quedaran impunes (cala fácil el discurso de que los hombres están desprotegidos cuando sus casos son juzgados al amparo del mismo Código Penal) y, segundo, que hay mujeres que ponen denuncias falsas (la Fiscalía señala que sólo el 0'01% de las denuncias por violencia machista son falsas).


Pero da igual que las estadísticas, la realidad en definitiva, desmientan semejantes argumentos, porque la violencia da miedo pero la ignorancia da más miedo, y mucho más miedo dan quienes la utilizan para arengar a la masa en su propio beneficio. Porque la ignorancia es la mecha en la que prenden actitudes e ideas de odio contra el que tiene menos, es diferente, extranjero, mujer… y así ocurren estas cosas. Porque un día alguien levanta la mano contra una mujer “porque ella le pertenece y se hace lo que yo digo” y el siguiente estamos todos en una plaza guardando un minuto de silencio y condenando una muerte injusta que quizá podría haberse evitado.

Pero para acabar con la violencia contra las mujeres necesitamos estar unidos: todos y todas. Y no escuchar los cantos de sirena que intentan convertir la cuestión en un debate que enfrenta a mujeres contra hombres, cuando es algo mucho más complejo (Según un informe del CGPJ, “el impacto del problema afecta a todos los ámbitos y orígenes: nacionalidad, clases sociales, grupos étnicos, edades, niveles de estudios, etc.”, de acuerdo a la aproximación al perfil de la víctima, a partir de los datos objetivos contenidos en los expedientes judiciales) (Nota 3).

 

Y hay algo más: Esto se gana desde la escuela y desde casa, con educación y con cultura, inoculando valores cívicos que fomenten entre todas las personas el respeto hacia el otro y la convicción de que todos somos iguales en la diversidad y libres para decidir sobre nuestra vida y nuestro destino. No hay otra.

 

Hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, lo que toca es denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación. Y toca levantar la voz frente a los que levantan la mano para pegar o asesinar a una mujer y frente a quienes lo disculpan o maquillan de otra cosa.

 

El reto está en aprender a mirarnos a la cara y vernos como personas iguales, con idénticos derechos y obligaciones. En el entorno familiar, social y en el laboral. No olvidemos el entorno laboral, porque el 2% de las muertes por violencia de género, según las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial, ocurrieron en el trabajo. Por tanto, también es importante trabajar para hacer empresas por y para la igualdad, libres de todo tipo de violencia física o psíquica. Y en eso estamos.

 

¡NO ESTÁIS SOLAS!

 

FEVECTA posee el distintivo ‘Fent Empresa. Iguals en Oportunitats’, que otorga la Generalitat Valenciana, en reconocimiento a su trabajo en favor de la Igualdad mediante la implantación de su II Plan de Igualdad (2018 – 2021). La igualdad de oportunidades entre todas las personas es para FEVECTA un objetivo irrenunciable. En coherencia con los valores y principios cooperativos y, concretamente, con el que proclama la igualdad de derechos y deberes de todas las personas socias de las cooperativas, hombres y mujeres, a participar, ser informados, ser escuchados y ser involucrados en la toma de decisiones de la empresa sin dar cabida a discriminación alguna por motivos de sexo, raza, situación social, política o religiosa.

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Nota 1. El número de víctimas de violencia de género que fueron inscritas en el Registro Central del Ministerio de Justicia en el año 2018 fue de 31.286 personas, un 7,9 por ciento más que el año anterior, según la Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Género 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE).


Nota 2. El 90% de los casos de violencia en el seno de la pareja, entre 2008 y 2017, fue violencia del hombre a la mujer. Solo en el 10% de los casos ellas les agredieron a ellos. Este dato alarmó al Consejo General Del Poder Judicial (CGPJ) que hizo presión para que se aprobara la ley integral contra la violencia de género.


Nota 3. Informes de víctimas mortales de violencia de género y violencia doméstica en ámbito de la pareja o ex-pareja del CGPJ

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Ana  Real

Ana Real

Soy periodista y máster en comunicación radiofónica. Como responsable de Comunicación de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (FEVECTA) me ocupo, entre otras cosas, de coordinar este Blog. El cooperativismo y las cooperativas necesitan un relato para explicarse, para dar a conocer a la sociedad que son otra manera de hacer empresa: más humana, responsable y conectada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y, precisamente, ese relato es el que intento construir en cada uno de mis artículos para llegar cada día a más personas.

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